El que ignores la
existencia de algo (o de alguien) no implica en lo absoluto que no existe. Es
como decir que un país no existe porque no lo has visitado; o tampoco un idioma
porque no lo hablas, o una especie animal o acuática porque nunca la has visto.
Cierra tus ojos y
visualiza el globo terráqueo, el espacio sideral, las profundidades del mar. También
intenta imaginar las distintas especies del reino animal, las que viven en ríos,
mares y océanos, sin olvidar las aves.
Te aseguro que aún si
recordaras TODO esto, solo recordaste lo que conoces o has conocido. Lógicamente,
puedes argumentar que es imposible que recuerdes algo que no has visto o que desconoces.
Exacto!
Estás en lo cierto.
Es improbable que tengas ni siquiera una microscópica idea de algo (o de
alguien) con lo que (o con quien) nunca has estado en contacto de manera alguna,
incluyendo los sueños. Ahora pregunto: quiere decir esto que no existe(n)?
En consecuencia, deducimos
que el conocimiento de un ser humano determina directamente su capacidad de
imaginación. Pero, cómo contrarrestar esta limitación? Simple y sencillamente,
abriendo tu mente a las posibilidades. Escuchando y observando; investigando,
si así lo quieres, para completar o complementar la información recibida.
Cuando el erudito
Nicodemo fue a visitar al Maestro Jesús de Nazaret, para preguntarle acerca de
ciertos asuntos espirituales, el Maestro le contestó: “Si os he dicho cosas
terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?”
SI ABRES TU MENTE Y
TU CORAZÓN A LAS POSIBILIDADES, TUS FRONTERAS MENTALES SE EXPANDIRÁN DE TAL
MANERA QUE AÚN LOS MILAGROS TE PARECERÁN NATURALES.
~ DeMiSDeTi ~
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