Es, por esta razón, que los traumas que potencialmente podemos sufrir en cualquier etapa de nuestras vidas, los malos y buenos hábitos, los patrones de conducta, los principios éticos y morales que nos inculcan, nuestras preferencias personales, ya sean musicales, literarias o sexuales, incluso nuestras supersticiones, influyen práctica y literalmente en nuestro bienestar físico, en general, al punto de que nos pueden "enfermar".
Bajo la luz de lo antes dicho, se comprende aún más la Ley Universal del Mentalismo ("Todo Es Mente") y la de Causa y Efecto, que también la vemos enunciada en la Tercera Ley de Newton ("Toda acción tiene una reacción de igual magnitud pero dirección opuesta"). A Hipócrates, famoso médico griego, se le atribuye el principio "Mente Sana En Cuerpo Sano", el cual refleja -una vez más- la indudable correlación de nuestras mentes con nuestros cuerpos.
Terminaremos recordando una de las citas de uno de los genios de nuestra era, Albert Einstein:
La Ciencia sin Religión es inútil. La Religión sin Ciencia es ciega.